miércoles, 27 de diciembre de 2023

HISTORIA DE LA PERICIA CALIGRÁFICA

La Historia de los Peritos la obtenemos de fuentes del Derecho Romano Clásico sin que tengamos mas antecedentes históricos de la existencia de los peritos en la época primitiva. En aquella época no eran necesarias la infinidad de profesiones y especialidades periciales de las que disponemos en la actualidad. 

Es en el Derecho Post Clásico cuando empiezan a surgir los primeros Peritos Calígrafos para reconocer autenticidad de firmas y documentos empleando la técnica del cotejo de letras. 

La Ley de Enjuiciamiento Civil actual no ha variado respecto a la Historia y Uso de los servicios de peritos, pues se sigue haciendo mención al cotejo de letras del perito calígrafo, se continua usando el perito en topografía para deslindamientos de terrenos, y los peritos ginecólogos para asuntos de gestación y diagnósticos médicos de embarazo, entre otros.

En la segunda mitad del Siglo XIX, se ha ido evolucionando en la ciencia y técnica del peritaje, y en España durante mas de una centena de años de profesión, las Universidades han formado centenares de miles de profesionales con las títulos oficiales universitarios de «Peritos», » Directores de Industrias», «Técnicos Industriales», «Peritos Industriales«, «Ingenieros Técnicos», «Ingenieros Técnicos Industriales», y finalmente «Ingenieros Técnicos especialistas«. Todos ellos han contribuido decisivamente en el desarrollo tecnológico y en el bienestar de los ciudadanos de nuestro país.

En España nos remitimos al Real Decreto del 17 de agosto de 1901 de Romanones como punto de referencia de la creación del Título de Perito, es decir, de una nueva profesión. 

A modo de ejemplo, en el libro conmemorativo L’Escola Industrial de Terrassa 1902–2002 Cien Años de Vida Universitaria, que incluye la relación de titulaciones impartidas por la escuela por años y especializaciones, para 1902 leemos: Título Perito – Especializaciones Mecánica, Electricista, Químico, Industrias Textiles. La Pericia Caligráfica está en la cultura jurídica española desde hace mucho tiempo, vinculado a su vez a la historia de los revisores de las letras y los profesionales de la caligrafía.

FRANCOIS DE MELLE en Francia y CAMILO BALDI en Italia, se consideran como los precursores de la grafística, al inicio del siglo XVII, de hecho en Italia se encuentra la cuna de los principios de identificación de los escritos. En 1610 se publico una obra pequeña titulada IN-QUART, escrita en latín ya decadente, de la cual no existe verosímilmente más que un solo ejemplar en todo el mundo, conservado en la biblioteca de sinopsis reservada a los discípulos del maestro. 

En 1666 JAQUES RIVEOUX publicó el “TRATADO DE LAS INSCRIPCIONES EN FALSO”, obra que tuvo gran éxito en su época. Una segunda edición de este libro se tiró en 1673. Esta obra mucho más completa que sus precedentes llegó a ser rápidamente la carta misma de las técnicas periciales. “Su influencia durará a lo largo de dos siglos”, decía ALPHONSE BERTILLON en1898.Todos los maestros antiguos pertenecían a la corporación de los catedráticos y escritores jurídicos. Se trataba de los mismos peritos reconocidos por toda una época o por la mayor parte de las profesiones en la cual se formaban maestrías.

Los archivos de GIRONDE, informan que en el año de 1689, el francés JEAN JOSSÉ estaba considerado como falsificador. Éste había elaborado numerosas falsificaciones de contratos, recibos, testamentos, actas notariales, etc., imitando perfectamente la escritura e incluso la firma delos notarios. Por otra parte, conocía los procesos de envejecimiento del papel, ya que dominaba perfectamente la técnica del lavado de los pergaminos, pero gracias a los peritos de ese tiempo, entre los que destaca ALPHONSE BERTILLÓN, fue descubierto cuando hizo pasar un salvoconducto firmado por el rey en el cual no pudo reproducir el sello de armas, ni la firma del Papa .

En 1698 surgió un tratado de proceder para todas las verificaciones de escritos impugnables judicialmente. Más tarde, en 1727 Luis XV creó la REAL ACADEMIA DE LA ESCRITURA.

A partir de esa época el peritaje de los escritos entra en un periodo de controversia, pues cada perito expuso su método pero su evolución hasta nuestros días pasó por diferentes periodos que corresponden cada uno a una concepción particular. 

En 1774, FRANCOISE SERPILLON publicó un CÓDIGO DE LO FALSO, auténtico comentario técnico-jurídico del reglamento de 1737, el cual definía la visión del perito dentro del marco de un procedimiento de verificación de escrito, o de una inscripción en falso, e indica los diferentes aspectos de la verificación de escritos y firmas privadas en materia penal.

INICIO  CIENTÍFICO EN LA PERICIA CALÍGRAFICA.-


El peritaje de los documentos manuscritos, ha tomado poco a poco un carácter científico. OSBORN (1929), HILTON (1956), HARRISON (1958), LOCARD (1959) Y GAYETE (1961) publicaron los tratados ejemplares que no se limitan a los escritos, pero conciernen al conjunto de los problemas contenidos por los documentos impugnados. 

Durante la evolución del peritaje de los documentos escritos, los estudios permanecieron congelados durante los siguientes 30 años. Resaltando como ejemplo que la obra de EDMOND LOCARD (MANUAL DEL JUEZ), no era más que una continuación de los tomos V y VI de su tratado de CRIMINALÍSTICA de 1936.

Después de 1980 la aparición de nuevas tecnologías llamadas “INFORMÁTICA”, métodos estadísticos y las técnicas analíticas de punta, como el expert SYS (equipo de comparaciones multiespectrales) y el Docucenter (equipo de comparaciones multiespectrales), desde el año 2010 el software NEGA ACPC, en 2016 el programa especializado en pericia caligráfica forense X- HFDE para peritos calígrafos han hecho progresar gradualmente el peritaje de documentos abriendo así la era del peritaje científico.

El ámbito de la seguridad tanto en la gestión documental como en la diplomática ha estado presente a los largo de la historia. Un ejemplo de esto son los denominados «documentos compartidos», en los cuales se repetía el texto tanto en la parte superior como en la inferior del documento, escribiendo frases o el alfabeto en el centro, se partía y se entregaba cada una de las mitades a una parte para realizar un cotejo. La prueba de autenticidad del documento era pues la unión de las partes del documento, con forma recta o con formas quebradas que encajabana perfectamente en el acto de cotejo.

Cabe destacar que, a pesar de la antigüedad del término, y por tanto su empleo, hoy en día en España no se encuentra regulada la profesión de perito calígrafo, a pesar que historicamente si lo estuvo. Aún así, la imagen del profesional del perito calígrafo sigue siendo de gran valor y continúa manteniendo su dignidad en los Tribunales de Justicia, donde actúa para determinar la autenticidad o falsedad de los documentos dubitados. Es por ello que la pericia caligráfica se presenta como una especialización universitaria, que, a pesar de no ser una carrera completa, sí que se estudia como una formación de tercer ciclo universitario o postgrado.

En resumen, podemos decir que, pese a no tener una regulación como tal, debido al descenso de requisitos para la verificación de un determinado documento, en la actualidad, el perito calígrafo cada día está más demandado para la verificación de documentos tales como contratos, documentos, laborales, testamentos, y un largo etcétera que abarca los documentos dubitados de cualquier índole.

Por todo ello sería deseable que surgiera una nueva regulación de la profesión que garantizara que los análisis y cotejos se realizazrán con total garantía.

Francis Cáceres - Criminóloga y Perito Calígrafo Judicial.

Dirección de Estudio de Peritos Calígrafos y Documentalogos.

www.estudioperitoscaligrafos.es

jueves, 14 de septiembre de 2023

Las Consecuencias de la Falsificación Documental.-

La Falsedad Documental.-

Este delito de falsedad documental, recogido entre los artículos 390 y 399 del Código Penal, dentro del Capítulo II “De las falsedades documentales” del Título XVIII, se comete cuando una persona altera, modifica o falsifica un documento o ciertos elementos esenciales del mismo. En este sentido, el culpable puede modificar un escrito que sea auténtico o bien simular de forma total o parcial un documento, que por lo tanto, lo convierte en falso al adulterar sus componentes. Independientemente de si se convierte el documento en falso o se crea uno nuevo a partir del falso, ambos supuestos son falsedades documentales.


El artículo 390 establece lo siguiente: “Será castigado con las penas de prisión de tres a seis años, multa de seis a veinticuatro meses e inhabilitación especial por tiempo de dos a seis años (...)”.



El Còdigo Penal  haciendo diferencia si la falsificación se realiza en uno u otro soporte:

  • Falsificación de documentos públicos, oficiales y mercantiles y de los despachos transmitidos por servicios de telecomunicación.                                En este caso, si una persona particular comete una falsedad en un documento público alterando algunos de sus elementos o incluso simulando el escrito en sí, esta se enfrenta a penas de prisión de seis meses a tres años y multa de seis a doce meses.                                                                                                          En cambio, la pena para el funcionario o autoridad que cometa falsedad de documentos públicos, oficiales y mercantiles y de los despachos transmitidos por servicios de telecomunicación, será castigado con prisión de tres a seis años, multa de seis a veinticuatro meses e inhabilitación especial por tiempo de dos a seis años.
  • Falsificación de documentos privados.                                                              En documentos privados, el artículo 395 del Código Penal establece lo siguiente: “El que para perjudicar a otro, cometiere en documento privado alguna de las falsedades previstas (...), será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años”. Asimismo, aquella persona que a sabiendas de su falsedad hiciese uso de un documento falso, esta incurrirá en la pena inferior en grado a la señalada a los falsificadores.
  • Falsificación de certificados.                                                                               La falsificación de los certificados es castigada en la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, estableciendo distintas penas en función de quién cometa dicha falsificación. Por tanto, estas van desde una multa de tres a 12 meses para los facultativos, hasta la suspensión de seis meses a dos años para las autoridades o funcionarios públicos que falsifiquen un certificado. No obstante, esta ley no es aplicable a aquellos certificados falsos relativos a Hacienda y Seguridad Social.
  • Falsificación de tarjetas de crédito y débito y cheques de viaje.                                    
    La falsificación de tarjetas de crédito, débito o cheques de viaje
    , el artículo 399bis del Código Penal señala que “el que altere, copie, reproduzca o de cualquier otro modo falsifique tarjetas de crédito o débito o cheques de viaje, será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años. Se impondrá la pena en su mitad superior cuando los efectos falsificados afecten a una generalidad de personas o cuando los hechos se cometan en el marco de una organización criminal dedicada a estas actividades”.



En definitiva, este delito establece unas penas que van desde los dos meses de multa hasta la pena de seis años de prisión, las cuales variarán dependiendo de la falsedad documental que se haya producido así como el sujeto que la cometa.


Francis Cáceres - Criminóloga y Perito Calígrafo Judicial.

Dirección de Estudio de Peritos Calígrafos y Documentalogos.

www.estudioperitoscaligrafos.es

miércoles, 19 de julio de 2023

El caso Dreyfus: la conspiración antisemita que dividió a Francia


El capitán del ejército francés Alfred Dreyfus, de religión judía, fue acusado de espionaje en base a una carta que no había escrito y enviado a la Isla del Diablo, en la Guayana francesa. Estuvo casi cinco años preso. El esfuerzo de sus familiares y, sobre todo, de otro militar y del célebre ‘Yo acuso’ de Émile Zola, permitieron conocer la verdad.


El 5 de enero de 1895, en una mañana invernal, el Ejército francés llevó adelante una ceremonia de degradación. El capitán Alfred Dreyfus ingresó al patio de la Escuela Militar, en París, donde había centenares de oficiales formados. Se cuadró ante un superior que le quitó sus charreteras y entregó su sable, que el otro procedió a romper. Dreyfus se retiró y rompió el protocolo de la ceremonia exclamando que era inocente. 


Semanas más tarde partió en barco rumbo a la Isla del Diablo (en la Guayana francesa) para cumplir su condena a cadena perpetua por traición a la patria. Parecía que era el acto final del escándalo de espionaje que había sacudido a la sociedad francesa. El drama no había hecho nada más que empezar.

Alfred Dreyfus había nacido en 1859 en la región de Alsacia. Hizo carrera en el ejército y, al momento en que estalló el affaire que llevó su nombre, era capitán en la rama de artillería. Su ascenso en el escalafón se dio por méritos propios, pese a ser mirado de soslayo por la cuestión que sería central en el escándalo: era judío.

En 1894, cuando comenzó el episodio que dividiría a los franceses por más de una década, Europa estaba inmersa en el fino equilibrio que volaría por los aires con la Primera Guerra Mundial. Francia había dejado de ser el centro de la política europea con su derrota en la guerra franco-prusiana. Ese lugar lo ostentaba una nueva potencia: la Alemania del Kaiser y de Bismarck, con la que había una tenue paz desde la aplastante victoria prusiana de 1871.


La Inteligencia militar francesa informó en septiembre de 1894 que, a través de una mucama que trabajaba en la embajada alemana, había conseguido una carta enviada al agregado militar Max von Schwarzkoppen, en la que se informaba sobre documentos confidenciales. El Ministerio de Guerra ordenó una investigación para hallar al espía que estaba en tratos con los germanos.

Los investigadores del espionaje militar centraron la pesquisa en oficiales del Estado Mayor. En lo que fue una muestra flagrante de antisemitismo, se apuntó a Dreyfus, que además era alsaciano, un dato no menor, porque esa región había sido anexada por Alemania tras la victoria de 1871. Las autoridades consiguieron muestras de la caligrafía de Dreyfus y las compararon con la de la carta al agregado naval.

El peritaje lo realizó el comandante Armand du Paty de Clam, a cargo de la investigación. Era grafólogo aficionado y un antisemita indisimulado. Concluyó que la letra de Dreyfus se correspondía con la de la carta, pero expertos más avezados plantearon dudas. Entonces, Du Paty de Clam convocó a Alphonse Bertillon, pionero de la antropometría, que no era experto en grafología. Sin embargo, este planteó una teoría osada: que Dreyfus era el autor de la carta y que había falseado su caligrafía de manera deliberada. Fue lo que se conoció como «teoría del disfraz de la propia escritura».

Arresto y condena

Dreyfus fue convocado a una prueba de su letra. No había otros elementos probatorios en su contra y la prueba no era concluyente contra el capitán. El comandante lo instó a suicidarse: Dreyfus se negó y entonces se ordenó su arresto. Fue llevado a una prisión militar y no le pudieron arrancar una confesión. El 29 de octubre se conocieron los pormenores del caso en las páginas de La Libre Parole, un periódico antisemita.

El escándalo fue creciendo hasta que comenzó el Consejo de Guerra, el 19 de diciembre de 1894. El juicio fue a puerta cerrada, y se justificó esto en el hecho de que el caso trataba de espionaje y que ventilar los detalles podía llevar a una guerra con Alemania. El testigo estrella de la fiscalía fue Bertillon, quien insistió en que Dreyfus era el autor de la carta y había camuflado su escritura. A esto se sumó el testimonio del oficial Hubert-Joseph Henry, quien sostuvo que había indicios de la existencia de un espía desde hacía casi un año, y que alguien cuyo nombre no podía revelar había inculpado a Dreyfus. El capitán exigió ahí mismo que se diera a conocer ese nombre. Su vehemencia conmovió a los jueces.

Pero su suerte estaba echada. El 22 de diciembre, los siete magistrados del tribunal lo condenaron por unanimidad a ser degradado y a cumplir prisión perpetua por alta traición. La pena se cumpliría en «una cárcel fortificada». Evitó la pena de muerte, abolida en 1848.

En el fallo incidió un hecho absolutamente irregular. Mientras deliberaban, los jueces militares recibieron nuevas pruebas contra Dreyfus, aportadas por el ministro de Guerra, general Auguste Mercier. Este justificó que no se mostraran durante las audiencias por cuestiones de seguridad nacional. Y eso que era un juicio a puerta cerrada.

El material aportado era una carta de Von Schwarzkoppen dirigida al agregado militar de Italia, interceptada por el espionaje galo, en la que no se mencionaba a Dreyfus, pero sí se aludía a alguien con la inicial de su apellido. La expresión más famosa de la misiva refería al «canalla de D.».

El 14 de abril de 1895, tres meses después de la ceremonia de degradación, Dreyfus llegó a la isla del Diablo, ubicada a poco más de once kilómetros de la Guayana francesa. Era el único presidiario en un islote de un kilómetro y medio cuadrado. Se instaló en una casilla de piedra de cuatro metros cuadrados. Sufrió la censura de su correspondencia, tanto las cartas que enviaba como las que recibía y con el correr de los meses su salud se vio afectada por los embates de la fiebre en el clima tropical.

En busca del verdadero culpable

Mientras, la familia de Dreyfus luchaba por su inocencia. Mathieu Dreyfus, el hermano mayor, y la esposa del capitán, Lucie, iniciaron una campaña que sumó a su causa a la izquierda antimilitarista. En busca del verdadero culpable, una hipótesis surgió del flamante jefe del Departamento de Estadísticas, Georges Picquart. Este había sido superior de Dreyfus y mostrado sus resquemores porque un judío llegara a capitán. Así y todo, no solamente no estaba implicado en el complot, sino que fue quien desató el nudo gordiano del caso y llegó a la verdad. Lo hizo al igual que Mathieu Dreyfus. Por medios distintos, y con casi dos años de diferencia, ambos dieron con el verdadero autor de la carta, el espía por cuyo delito había sido condenado un inocente.

En los meses posteriores a la condena de Dreyfus, una meningitis fulminó al coronel Jean Sandherr, responsable de la sección de Estadísticas, como se conocía al área de contraespionaje del Ministerio de Guerra. En su lugar fue nombrado Picquart. En marzo de 1896, Picquart accedió a un documento recién requisado de la embajada alemana. Se trataba de un telegrama escrito por el agregado Von Schwartzkoppen y que fue interceptado antes de ser enviado. Su destinatario era un oficial francés, Ferdinand Walsin Esterhazy. Otra carta probaba el vínculo entre ambos hombres.

Lo que a Picquart (que había seguido el proceso a Dreufys) le llamó la atención y desmoronó sus creencias sobre la culpabilidad del capitán encarcelado fue la comparación entre la letra de Esterházy y la de la carta atribuida a Dreyfus: eran idénticas. Se convenció de la inocencia del capitán alsaciano.

Por su cuenta, y sin avisar a sus superiores, Picquart comenzó a investigar a Esterházy, que revistaba en el servicio de contraespionaje y comprobó que el oficial tenía acceso a la embajada alemana. Arrastraba un historial de deudas y el dinero era un motivo para vender documentos a otra potencia. A su vez, había compartido oficina con Henry, otro de los acusadores de Dreyfus en el juicio.

Cuando Picquart terminó de recabar datos, informó a sus superiores, que alegaron el principio de cosa juzgada. Los militares no estaban dispuestos a admitir que se había condenado a un inocente y comenzó una campaña para remover a Picquart, al que enviaron a Túnez.

Al mismo tiempo, Henry falsificó una carta atribuida al agregado militar de Italia, Alessandro Panizzardi, y remitida a Von Schwarzkoppen. En ella, el oficial del Servicio de Estadística usurpaba la voz del italiano para, dirigiéndose al agregado militar alemán, decirle que Roma nunca admitiría que había habido tratos con Dreyfus. Era una manera burda de aportar una falsa prueba contra Dreyfus y mostrarlo en tratos con Italia, además de con Alemania.

Esa carta fue entregada al ministro de Guerra y se despejaron dudas. Así se reforzó la idea de culpabilidad de Dreyfus y se aisló a Picquart, que regresó a Francia acusado por Henry de malversar fondos. De vuelta en París, Picquart logró contactar al vicepresidente del Senado, Auguste Scheurer-Kestner, alsaciano como Dreyfus. Este se escandalizó y comentó el caso en círculos políticos. El Ejército no tuvo dudas de dónde provenía la filtración y le abrió un sumario a Picquart.

A fines de 1897, Mathieu Dreyfus accedió a una muestra de la caligrafía de Esterházy, que se publicó en Le Figaro. Días más tarde, el hermano del capitán se reunió con Scheurer-Kestner y denunció a Esterházy ante el Ministerio de Guerra, que tuvo que abrir un expediente. Esterházy envió una carta de protesta al presidente de Francia, Félix Fauré. Pronto, otra carta dirigida al mandatario iba a derivar en un terremoto político.

«Yo acuso»

Auguste Scheurer-Kestner había conocido los pormenores del caso a través de Picquart y luego habló con el hermano de Dreyfus. Comentó sus impresiones con un escritor que creía en la inocencia del capitán. Émile Zola era el autor más famoso de Francia. Exponente del naturalismo, novelas como Nana y Germinal le habían dado prestigio. Comenzó a publicar notas a favor de Dreyfus en Le Figaro, pero el director cortó la serie ante la amenaza de perder lectores.

Aun así, el diario conservador publicó cartas de Esterházy de una década antes, en las que manifestaba odio a Francia. La fuente era una antigua maestra del oficial. Desde la prensa militarista se azuzó el antisemitismo como respuesta. Intelectuales y políticos como Anatole France, Georges Clemenceau, León Blum y Jean Jaurès se sumaron en apoyo de Dreyfus.

Ante esa situación, Esterházy se sometió a una patraña de Consejo de Guerra, que no solamente lo absolvió de manera expeditiva, sino que además dejó prácticamente solo a Picquart, que fue detenido bajo la acusación de haber violado el secreto militar.

Fue en ese punto cuando L´Aurore, un diario que apoyaba la causa de Dreyfus, publicó en la portada de su edición del 13 de enero de 1898 un texto que sería histórico. Yo acuso, se titulaba la carta abierta de Zola al presidente Fauré. Contaba los detalles del caso, la falsa culpabilidad de Dreyfus y las sospechas fundadas contra Esterházy. Cerraba con su acusación, en forma de letanía, contra Du Paty du Clam y otros altos oficiales, de haber pergeñado la falsa acusación. También cargó contra Bertillon por haber validado la carta atribuida a Dreyfus y cuestionó el accionar de la justicia militar. Y desafiaba con que estaba dispuesto a enfrentar una causa por difamación.

Fue lo que sucedió, y de hecho era lo que buscaba Zola. El ministro de Guerra, Paul Billiot, lo denunció. El juicio derivó en una pena de un año de cárcel y 3.000 francos de multa para el escritor, que se fue a Inglaterra. Pero la sentencia en su contra fue una victoria moral que puso en primer plano las irregularidades del caso, cuyas resonancias cruzaron las fronteras de Francia.

Semanas más tarde, el nuevo ministro de Guerra, Godefroy Cavaignac, quedó en ridículo al descubrir la verdad sobre la carta falsificada por Henry, que había blandido como prueba irrefutable en una interpelación parlamentaria. El ministro interrogó en persona al oficial, que admitió haber fraguado el texto. Se lo llevaron arrestado y al día siguiente se suicidó en prisión con una navaja de afeitar. La extrema derecha, con un joven Charles Maurras a la cabeza, lo despidió como a un héroe.

El Consejo de Rennes

Los conspiradores contra Dreyfus estaban en posición de debilidad. En febrero de 1899 murió el presidente Fauré. Durante sus exequias, grupos militaristas que creían en la culpabilidad de Dreyfus fracasaron en un intento de golpe de Estado. Casi al mismo tiempo, Mathieu Dreyfus consiguió que el Tribunal de Casación estudiara el caso. Los jueces dieron por seguro que Esterházy era el autor de la carta que había incriminado a Dreyfus y que no había elementos de prueba contra el capitán. En junio de 1899, la justicia civil anuló el juicio militar que había condenado a Dreyfus en 1894. Picquart fue liberado y Zola regresó de su exilio en Inglaterra.

En agosto, Dreyfus, hecho un despojo humano, se presentó ante el Consejo de Guerra que se formó en Rennes. Había pasado cuatro años y medio en la Isla del Diablo, en condiciones penosas. La ciudad elegida para el nuevo proceso declaró el estado de sitio, por los incidentes que se suscitaron. En ese marco, Esterházy admitió ser el autor de la carta y huyó a Londres. Sin embargo, el tribunal no tomó esa confesión como prueba.

Una semana después de iniciadas las audiencias, el abogado de Dreyfus, Fernand Labori, sufrió un intento de asesinato. Iba por la calle hacia el tribunal cuando recibió un disparo por la espalda. El atacante nunca fue atrapado y Labori no pudo interrogar a los testigos, pese a que se recuperó de sus heridas en pocos días.

El 9 de septiembre de 1899, el capitán fue hallado culpable de traición, pero esta vez con «atenuantes», por lo cual la pena pasó a ser de diez años de cárcel. Un solo voto decidió su culpabilidad entre los miembros del Consejo, tal era la división. Al día siguiente, la defensa apeló y entró a jugar la política: desde el gobierno francés se ofreció el indulto.

Picquart y muchos adherentes a la causa de Dreyfus estaban en contra de esa iniciativa, ya que se daba por probada la culpabilidad en un delito del cual el oficial era inocente. Pero el capitán quería terminar con el drama que lo había llevado a la infernal Isla del Diablo y desistió de querer limpiar su nombre a través de los canales que lo habían condenado injustamente. El 19 de septiembre de 1899 volvió a ser un hombre libre, y quedaron impunes Esterházy y los oficiales que acusaron falsamante al capitán. En esos días, Geroges Méliès, pionero del cine, filmó una película sobre el caso, que llega hasta el juicio en Rennes.

Tema del héroe y el traidor

A partir de allí comenzó la lucha por su honor. El 29 de septiembre de 1902, en un accidente doméstico, murió Émile Zola. El escritor perdió la vida al asfixiarse con el humo de la chimenea. Entre 1902 y 1905 se sucedieron una serie de fallos que, a nivel judicial, rehabilitaban a Dreyfus. En 1906 llegó la anulación del proceso de Rennes.

Ese año, Dreyfus pudo reintegraese al Ejército, con el rango de Jefe de Escuadrón. No se le consideraron los casi cinco años en prisión y le quedó claro que no podría ascender hacia el generalto. Para entonces, el ministro de Guerra era Picquart. A mediados de 1907, Dreyfus se retiró. Nunca le hizo un juicio al Estado francés por lo que había pasado.

Al año siguiente, mientras las cenizas de Zola eran llevadas al Panteón, Dreyfus fue atacado a balazos por un extremista de derecha y resultó herido en un brazo. Pese a su retiro, participó en la Primera Guerra Mundial como oficial de reserva. Picquart había muerto semanas antes del comienzo del conflicto, al caer de su caballo. En 1923 murió Esterházy: desde su huida a Inglaterra nunca regresó a Francia, y en sus últimos años se dedicó a fogonear el antisemitismo.

Alfred Dreyfus murió el 12 de julio de 1935 en París, a los 74 años, 40 años después de su condena y degradación. Su mujer, Lucie, pasó la ocupación nazi escondida en un convento, y un hijo pudo huir a Estados Unidos. Una sobrina fue deportada a Auschwitz, donde la asesinaron.

Fuente: Público.es


Francis Cáceres - Criminóloga y Perito Calígrafo Judicial.

Dirección de Estudio de Peritos Calígrafos y Documentalogos.

www.estudioperitoscaligrafos.es



Grafología: Tres Rasgos que muestran "Si Te Sientes Inferior".-

Este artículo que ha llegado a mis manos,  interesantísimo como lo es la grafologia en sí. Nos habla como la forma de escribir revela aspectos de nuestra personalidad, aquí concretamente se centran en el "sentimiento de inferioridad". 

Disfrutemos leyendo y aprendiendo, Adelante!!!!

“La firma es una biografía abreviada” Max Pulver

 Esta es una frase que está en la esencia de la grafología, pues como bien se menciona en ella, por medio de la firma podemos descubrir muchas cosas de las personas que la plasman.

Otra cosa que remarca mucho este estudio, es que tiene su razón de ser en cómo se escribe más que en qué se escribe, y ahí es donde nos damos cuenta de cómo es la persona, qué tiene en ese momento, por lo que está pasando o el tipo de persona que es. Y gracias a todo ello, es que sirve como soporte a diferentes campos profesionales como: el empresarial, el médico, el forense, historia y hasta tribunales de justicia.

Todo depende de hacia dónde va la letra, qué tanto se cierran los círculos o se abren, el tamaño de cada letra, el orden y demás para saber cómo es la persona. Por ahora, no nos enfocaremos en letra por letra o palabra por palabra, sino en algo que deja ver aún más allá en la persona: la firma.

La firma suele ser un grafismo corto que, por sus particularidades, puede considerarse dentro de los 3 tipos: legible, ilegible y mixto.

La firma en la grafología podría decirse que es el sello más importante, ya que simboliza el “yo” más íntimo, debido a que nos representa a nosotros mismos ante nosotros mismos.

En este caso de la firma, se dice que no es lo mismo que termine en punto,  en estrella, en cruz, o que la subrayen, la rayen por encima o arriba. Son muchas las características observables. Pero aquí, vamos a checar qué características tiene la firma de alguien que se siente inferior a los demás.

Rasgos en la firma de una persona que se siente inferior

Lo que se debe observar en la firma para saber eso es que, básicamente, son puros garabatos.

  • Garabatos: como mencionamos antes, la firma es el “yo” más íntimo, y el demostrar garabatos en una firma significa que no te sientes importante ni logras proyectarte para ser tú mismo o misma.
  • Vocales sucias o pequeñas: cuando una persona firma con esos detalles, denota que la persona se siente agobiada.
  • Letras estrechas: son signo de inseguridad.

 


Si la firma contiene estos rasgos, podría denotar que la persona sufre de sentimiento de inferioridad. Algo que se debe recalcar es que, si bien la firma es el “yo” y le otorgamos mucha importancia, si la llegamos a analizar de forma aislada, no revela absolutamente todo acerca de una persona.


La grafología tiene muchas sorpresas para propios y extraños, nunca te dejará de sorprender, ahora, con lo que conoces, esperamos lo pongas en práctica contigo mismo y sepas que vales igual que todos. Y si aún no tienes firma, déjala ser, puesto que, mientras más fluido o fluida seas, mejor. Recuerda que no hay letra bonita ni fea, ninguna personalidad es totalmente negativa o positiva, todos estamos hechos de contrastes y matices, siempre mejorables.

Y recuerda que… “Cuando duda la mente, tiembla la mano.” (Curt August Honroth).


Fuente: ensedeciencia.com



Francis Cáceres - Criminóloga y Perito Calígrafo Judicial.

Dirección de Estudio de Peritos Calígrafos y Documentalogos.

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viernes, 9 de diciembre de 2022

Los Detectives Privados, Esos Grandes Desconocidos de la Sociedad.-

 Esos Grandes Desconocidos......

Algo que siempre recordaré es cuando un persona, que nunca antes había tenido necesidad de contratar un detective, llega a mi despacho.

Su cara refleja nervios, incertidumbre, la vergüenza le invade y seguidamente, una vez sentado/a frente a mí, la misma pregunta…

”pero, ¿esto es legal?,  

 ..........es que no quiero que se entere mi marido (mi mujer)”

Hoy día sigo sorprendiéndome ¿por qué esta incertidumbre, este halo de misterio a nuestro alrededor?

Nunca lo llegaré a entender porque los Detective Privados somos profesionales regulados por ley (Ley 5/2014, de 4 de abril, de Seguridad Privada), como cualquier otra profesión.

Profesionales que ayudamos a obtener Información en cualquier ámbito (Familiar, Laboral,Empresarial, Ley de Arrendamientos Urbanos, Búsquedas, Desapariciones, etc.) -

Con el propósito de dar a conocer nuestro sector y con la ilusión de que este blog llegue lejos, iré narrando de forma concisa y sencilla quienes somos y qué hacemos los Detectives Privados.

 Empezamos……?

¿Qué puede Investigar un Detective Privado en el Ambito Familiar?.-

A veces nuestro cliente solo quiere obtener una información que nunca va utilizar -¿me es infiel?- Y el resultado plasmado en ese informe elaborado minuciosamente quedará en el olvido en el fondo de un cajón.

Sin embargo, otras veces nuestro informe será la prueba principal que permitirá en un proceso judicial conocer la verdad que alguien trata de ocultar.

En AsuntosFamiliares nuestros servicios son variados, los más frecuentes son la investigación de:

  • ·  Temas Económicos de los progenitores
  • ·   Realidad sobre cuidados y atenciones a los menores a cargo.
  • ·   Localización de familiares desaparecidos
  • ·   Incumplimientos de regímenes de visitas.
  • ·   Incumplimiento de medidas provisionales
  • ·   Adicciones o situaciones de riesgo
  • ·  Convivencia en el domicilio familiar de una tercera persona tras el divorcio separación
  • ·   Extinción de pensiones compensatorias

Por lo que podemos afirmar que en asuntos de familia los Detectives Privados somos una prueba importante para arrojar luz de la realidad familiar previa a que se de dicte una sentencia.

Hasta Pronto


Francis Cáceres - Detective Privado y Perito Calígrafo Judicial.

Dirección de Detectados Servicios de Investigación.

www.detectados.eu

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